El Plan S, una iniciativa científica de acceso abierto en Europa

La Comisión Europea, el Consejo Europeo de Investigación (CEI) y un conjunto de 11 organizaciones nacionales de investigación de Austria, Francia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Países Bajos, Noruega, Polonia, Eslovenia, Suecia y Reino Unido anunciaron el pasado 4 de septiembre de 2018 el lanzamiento del plan S, una iniciativa para hacer realidad el acceso abierto total e inmediato a las publicaciones de investigación.

Este plan tiene el compromiso de aplicar, antes del 1 de enero de 2020, las medidas necesarias para cumplir su principio fundamental: la difusión en revistas o plataformas de acceso abierto de aquellas publicaciones científicas que resulten de investigaciones financiadas con subvenciones públicas proporcionadas por los consejos de investigación y las organizaciones nacionales de los países participantes.

Una mejor gestión de la pesca podría ayudar a compensar los efectos negativos del cambio climático

Los efectos del cambio climático en los océanos son muy negativos; pero aún estamos a tiempo de cambiar este comportamiento. Un nuevo estudio indica que con respuestas concertadas y adaptativas al cambio climático, los océanos del mundo podrían crear poblaciones de peces más abundantes, más alimentos para el consumo humano y más ganancias para los pescadores a pesar de los impactos negativos del cambio climático. Por el contrario, advierte el estudio, la inacción en la gestión pesquera y el cambio climático significará pérdidas aún más dramáticas de peces y los beneficios que brindan a las personas.

Los resultados de este estudio son sorprendentemente positivos: si podemos adoptar políticas de pesca sostenibles y mantener el calentamiento global sin incrementarlo más de 2 grados Celsius, aún podemos obtener beneficios significativos para la pesca en todo el mundo.

Descubierto el mecanismo que permite a las aves ver los campos magnéticos de la Tierra

El misterio sobre cómo se orientan y navegan las aves podría finalmente resolverse. No es el hierro en sus picos lo que les proporciona una brújula magnética, sino una proteína en sus ojos que les permite «ver» los campos magnéticos de la Tierra. Este hallazgo ha sido obtenido gracias a dos artículos, uno que estudia los petirrojos y otro los pinzones cebra.

La proteína del ojo, denominada Cry4, es parte de una clase de proteínas llamadas criptocromos: fotorreceptores sensibles a la luz azul, que se encuentran tanto en plantas como en animales. Estas proteínas desempeñan un papel en la regulación de los ritmos circadianos. Los criptocromos de los ojos de las aves son responsables de su capacidad para orientarse detectando campos magnéticos, pudiendo detectarlos si hay disponibles ciertas longitudes de onda de luz; específicamente, los estudios han demostrado que la magnetorrecepción aviar parece depender de la luz azul.